Hace ya varias décadas, siendo un niño que estudiaba en la Escuela Superior de Hombres Número 88, de mi querido e inolvidable San Francisco de Limache, llegué a Iquique, porque había ganado un concurso literario y pictórico escolar muy importante en aquellos años, “El Cuaderno Bilz”.
Había leído y releído las alternativas del Combate Naval de Iquique, el 21 de Mayo de 1879, y los detalles de la gesta de Don Arturo Prat, como me lo enseñaron mis padres y mis hermanos mayores, ya me emocionaban y más aún, cuando metí la mano derecha en las aguas del mar que guardaba los restos de “La Mancarrona”, como cariñosamente se le llamó, también, a la corbeta “Esmeralda”, y las gotas de esa agua se mezclaron con las lágrimas de emoción que corrieron por mi rostro infantil al santiguarme después de orar por Don Arturo y sus héroes.
Años después, ya siendo un periodista profesional, llegué hasta la hacienda San Agustín de Puñual, en Ninhue, donde nació Don Arturo y recibió el cariño y el cuidado de su señora madre y su familia.
La misma emoción de niño al recorrer las austeras habitaciones de la añosa casona y sentir la presencia superior de Don Arturo, flotando sobre mesas, camas de hierro, braseros, sobre las tinajas de greda, las puertas recias, las ventanas enrejadas y varios patios… Cara al Sol del otoño de entonces que las Fiestas Patrias tornaron primavera unos meses después.
Y esa emoción dejó paso a la ira de un patriota, como creo que fui, soy y seré, cuando hace sólo un par de años, una horda antichilena quiso profanar el Monumento a Prat y nuestros héroes navales, en Valparaíso, como lo había hecho con la Tumba del Soldado Desconocido y la estatua del General Manuel Baquedano… pero fallaron y grité desde aquí ¡VIVA CHILE!
Y hace un par de días, solamente, en medio del frío, de la lluvia y el viento austral sentí, de nuevo, ese temple de Don Arturo, de Serrano, de Aldea, de Riquelme, de Hyatt, de Uribe, de Canave, de Cabrales, éste corneta tan niño como quienes desfilaron en homenaje a nuestras Glorias Navales y que no tembló, aquel 21 de Mayo de 1879, al rendir la vida por Chile, porque nuestra tricolor nunca fue ni será arriada ante ningún enemigo de la Patria… si queda UN SÓLO CHILENO, UN SÓLO MAGALLÁNICO, QUE LA AME DE VERDAD…
GRACIAS, DON ARTURO PRAT CHACÓN Y DESCANSE EN PAZ JUNTO A DIOS, SU FAMILIAS Y A NUESTROS HÉROES…