En las últimas semanas muchos son los que han puesto sobre el debate público la posibilidad de que el exmandatario Sebastián Piñera vuelva al debate político en calidad de candidato presidencial para el periodo que inicia el año 2026, sin embargo, hacer una aguda lectura a la derecha, ideas del último mandato de Echenique y reflexiones de aquellas declaraciones suscitadas hacia el presente, por consecuencia, constituyen indicios de la propuesta ideológica adscrita. Que Sebastián Piñera vuelva al escenario político formula una tesis que en política nada muere, sino más bien se adormece, replantea, justifica, hace tregua y vuelve con deseos de poder, claro, si es que realmente existe una tercera eventualidad donde las masas sociales apoyen al eterno caudillo, por tanto, mi columna de la semana se titula; ¿Un ave fénix llamado Piñera?
Primero, el expresidente Sebastián Piñera es un probablemente una de las personas más ilustradas de nuestro país, ingeniero comercial de profesión y Doctor (PhD) en Economía de la Universidad de Harvard. El representante de la derecha tiene actualmente 73 años y entre sus pasajes biográficos más importantes encontramos haber sido Presidente de la República desde el 11 de marzo de 2010 al 11 de marzo de 2014, y entre el 11 de marzo de 2018 al 11 de marzo de 2022. Senador por la 8ª Circunscripción Santiago Oriente, periodo 1990-1998. En el ámbito profesional, entre 1971 y 1998, fue docente en la cátedra de Economía en la Universidad de Chile; en la Universidad Adolfo Ibáñez; y en la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde permaneció hasta 1990. En forma paralela, en 1971, fue profesor de Teoría Política Económica en el Instituto de Economía de la Universidad de Chile; y al año siguiente, en la Escuela de Negocios de Valparaíso. Entre 1974 y 1976, fue consultor del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Paralelamente, entre 1975 y 1978, fue consultor del Banco Mundial. Luego de oficializar su precandidatura para las elecciones presidenciales de 2009, entregó la gestión de su participación en sociedades anónimas abiertas a cuatro administradoras de fondos de inversiones y carteras de terceros: Celfin, Larraín Vial, Moneda y Bice. En la elección presidencial del 19 de noviembre de 2017, obtuvo 2.418.540 votos, correspondientes al 36,64% del total de los sufragios válidos, pasando a la segunda vuelta electoral con el candidato de la Nueva Mayoría Alejandro Guillier, quien obtuvo 1.498.040 votos, equivalentes al 22,70% del total de los sufragios válidos. En la segunda vuelta electoral, realizada el 17 de diciembre de 2017, en que votó una mayor cantidad de electores en relación a la primera vuelta, fue electo Presidente de la República por el periodo 2018-2022. Obtuvo 3.796.918 votos, que corresponden al 54,57% del total de los sufragios emitidos válidamente. Sin duda, no estamos frente a un aparecido político, alguien de ocurrencias, más bien, un intelectual de talla mayor, sin embargo, aquello no garantiza en ningún caso tener posibilidades ciertas frente a un tercer mandato presidencial para el año 2026 en Chile.
Segundo, tras la noticia que Sebastián Piñera podría ser nuevamente candidato a la presidencia, este mismo declaró con seguridad que “Chile vamos debe aspirar a una gran alianza desde la derecha republicana a Amarillos, Demócratas e independientes”, dichas palabras del exmandatario suenan en el imaginario histórico político de nuestro país como una Concertación 2.0 pero ahora desde el ala derecha, según Piñera, una gran mayoría sería la única forma de hacer cambios de forma seria, responsable y sustentable en el tiempo, pero, ¿Por qué no los hizo antes? Ahora bien, recordemos que, en el año 2009, el expresidente Sebastián Piñera se transformó en el primer líder de la centroderecha en derrotar a la Concertación. La alianza de centroizquierda que congregaba desde el PS a la DC gobernaba el país desde el regreso a la democracia. Hoy, el exmandatario propone ocupar la misma fórmula -esta vez, desde la derecha al centro- para recuperar el poder que su sector político perdió en diciembre de 2021. ¿Es viable la misma receta ante un país que cambió? Tal vez, estamos frente a un excesivo sentido de liderazgo a través de la figura pública de Sebastián Piñera donde el fin último resulta “gobernar y poder”, pero, más allá de eso, se necesitan ideas que, si las tiene, deben ser de un cambio de paradigma único, de lo contrario, corre el riesgo de nuevamente ser superado por una revuelta social que, dicho sea de paso, su persona no frenó en nada, por el contrario, “tembló” ante la presión del eslogan de los Derechos Humanos y adyacentes respectivos, sin embargo, sobre esta misma interpelación hacia el exmandatario se escondía vandalismo, ideología marxista y vociferantes de corte anarquista, en otras palabras, no solo protestas por crisis institucional y de segmentación social, sino también se infiltró una inseguridad social la cual heredamos hasta el día de hoy. Por otra parte, suena la figura de Sebastián Piñera Echenique como símbolo del buen pastor, pero su gobierno en materia de políticas públicas no tuvo un alcance que llegara a suturar los corazones de una sociedad enajenada respecto de la confianza institucional. ¿Actualmente a cambiado la desconfianza desde aquel entonces (con un tono más agudo, por cierto) del pueblo hacia las instituciones gubernamentales? ¿Existe una reconciliación de todos los chilenos con la seguridad? Tal vez, sería bueno escuchar las propuestas del exmandatario en un sentido de lo práctico, y no solamente desde las ideas como algo abstracto al acuñar “Chile vamos debe aspirar a una gran alianza desde la derecha republicana a Amarillos, Demócratas e independientes”, el país necesita cambios profundos y escuchar a la ciudadanía, sólo así, las derechas de nuestra nación habrán encontrado la eterna juventud para gobernar realmente desde un liberalismo transversal, verosímil y al estilo siglo XXI, o sea, mutilando pragmatismos y enarbolando la bandera de la praxis en medio de las ideas políticas como sustento democrático para sí. Por último, el mito del Ave Fénix ha seducido a diferentes civilizaciones de todo el planeta con su simbolismo de esperanza, aplomo, memoria y regeneración, un ave milagrosa que siente la muerte y la prepara con mimo y serenidad para después resurgir de sus cenizas incólume y vigorosa, por ende, si Sebastián Piñera Echenique consigue todo aquello, sin duda, sus propuestas podrían volver a tener impacto, realidad e incidencia sobre los chilenos que en la actualidad se preguntan; ¿Un ave fénix llamado Piñera?