Puerto Natales, capital de la Provincia de Ultima Esperanza, con una población de casi 20 mil habitantes, fue fundada hace 112 años el 31 de mayo de 1911, bajo el mandato del Presidente Ramón Barros Luco. Hoy sus habitantes la convirtieron en la capital del turismo magallánico, con fuerte impulso de gestiones municipales que en menos de dos décadas la convirtieron de un pueblo a una ciudad.
Esta zona posee una leyenda, de la cual surgió una canción que se hizo lema de los magallánicos, "Corazón de Escarcha".
Una leyenda
Antonio Garay Vásquez, nacido en Rilán, Chiloé, llegó en 1925 a Puerto Natales, luego de haber cumplido con la patria su servicio militar en el Regimiento Pudeto de Punta Arenas.
Un personaje de esos que no se “empardan” como en el juego, era “Manos limpias”, quien era un verdadero eximio en la “mentira” que con maestría a lo farruco cantaba la flor y truco.
Corría el año 1930 cuado Garay Vásquez, que trabajaba como cocinero de una estancia en el entonces Departamento de Última Esperanza, tuvo una pendencia con un obrero de campo que terminó en un acordado debate a “combo limpio”, animado por los trabajadores campesinos. Día y hora concertada cerca de las caballerizas. El chef no podía soportar los continuos reclamos del campañista que criticaba constantemente la calidad de su comida.
La refriega entre ambos comenzó con los vítores de los asistentes, Garay llevaba los “puntos” a su favor, para usar lenguaje de los jueces del boxeo. Los combos iban y venían, en medio de ensordecedores gritos que avivaban más al cocinero que al campañista. Este último al verse perdido y ya todo golpeado y ensangrentado, sacó desde sus botas un cuchillo de grandes dimensiones. La “quisca”, relució con la caída del sol de la tarde cerca de Cerro Guido.
Antonio grita: “a manos limpias, a manos limpias huevón……” acertando con su furia un golpe de “jab” al mentón cruzando inmediatamente a su adversario con un veloz uppercut que lo dejó nocaut.
El grito de Garay Vásquez, pasó a su propia historia. El apodo de “Manos limpias” lo acompañó hasta su muerte en 1993.
El popular personaje natalino, “picado de la araña”, tuvo tres esposas legales que le dieron descendencia de tres mujeres y un varón, que lleva su mismo nombre con apellido de madre Barrientos.
Enamorado como era “Manos limpias”, comienza a galantear a una menor, pero con edad de merecer de sus 19 años. Él tenía 28 ya cumplidos, no así la rubia que para la época era menor de edad.
El cocinero, pronto fue sorprendido por el dueño de la estancia que apreciaba que su hija también le hacía guiños de esos del amor al humilde maestro de cocina.
Pensado y hecho. En una noche clara y estrellada en dos caballos jóvenes, bien ensillados, él montando una yegua baya y ella un potro alazán, comenzaron a cabalgar los enamorados, primero pasando cerca de Puerto Natales, para luego, cansados pero contentos y felices por los amoríos y travesía, arribar a Punta Arenas.
El rapto de la menor, corrió como reguero de pólvora desde el campo a la ciudad.
Los caballos fueron dejados en una cercana parcela a Punta Arenas y los enamorados caminaron rumbo al Registro Civil.
El oficial, se negaba a casarlos dada la minoría de edad de la joven que con el dinero del papá se había comprado su vestido para la ocasión, luciendo Antonio, un impecable traje negro con corbata al cuello, casi de seda. La insistencia convenció al funcionario público que después de los ruegos de los novios y testigos los unió en matrimonio legal.
Nunca pensó Antonio que en ese frío agosto de 1934, cuando contraía el preciado vínculo estaba llegando al mundo en Queilén, Chiloé, quien 27 años después fue su tercera esposa, Irene Barrientos Macías.
Los esposos Antonio Garay Vásquez y Cecilia Graig Graham, llegaron a Puerto Natales, luciendo sus anillos de unión “para toda la vida”.
El pionero ganadero junto a su esposa, no les quedó ninguna duda del amor que ambos se profesaban, aceptando en el seno familiar al yerno chilote y cocinero.
Ya establecidos en Puerto Natales, el matrimonio abrió un almacén y un restaurante, ambos en calle Manuel Bulnes; el negocio de menestras lo atendía Cecilia y el bar, Antonio, siendo el precursor del popular Montecarlo, que se ubicó en calle O’Higgins esquina Prat, que hoy en su honor se llama oficialmente pasaje Antonio Garay.
¿Dónde vamos a comer?, donde “Manos Limpias”, decían los parroquianos y visitantes de la ciudad. Nadie se acordaba del Montecarlo.
Trabajadores del campo, mineros chilenos y argentinos de Río Turbio, autoridades y parlamentarios, eran sus comensales habituales, que degustaban los “cuaseos” que preparaba el propietario acordándose de sus tiempos de cocinero en la estancia de su suegro.
En el segundo piso del Montecarlo de “Manos limpias”, funcionó el primer casino de juegos “clandestino” de Puerto Natales. La sociedad de oídas sabía de las “juntas” de los jugadores que se fumaban dos o tres amanecidas con sus días sin ver el sol. Nunca la autoridad lo infraccionó por el “garito” que estaba ubicado estratégicamente tras las cortinas del dormitorio matrimonial con su segunda esposa.