Lo que dejó el “viejo hospital”

General
20/12/2010 a las 11:25
Sentimientos encontrados embargan a los vecinos de toda una vida del ahora “viejo hospital”. Por un lado están felices de saber que Punta Arenas cuenta con uno de los más modernos establecimientos de salud del país, con posibilidades de convertirse en un gran centro de derivación. Sin embargo, todos quienes entrevistamos están sufriendo de lo mismo: una profunda nostalgia. Las personas que viven en los alrededores del cuadrante Angamos, Goleta Ancud, Condell y Zenteno sienten y piensan lo mismo.
Aunque sabían que el día llegaría, “no pensamos que sería tan pronto”, confiesa el antiguo vecino Carlos Humberto Calisto, que durante 60 años fue testigo privilegiado de la historia que marcó en el barrio Prat el Hospital Doctor Lautaro Navarro. Pero la modernidad dio paso a un nuevo centro asistencial. Ahora el polo de desarrollo en salud se fue a Los Flamencos esquina avenida Presidente Eduardo Frei Montalva.
En el edificio de calle Angamos, ahora “penan las ánimas”. Está todo cerrado y el movimiento cayó violentamente. Los mismos vecinos que muchas veces pelearon con los funcionarios por un estacionamiento, ahora tienen las calles a su entera disposición.
El viernes en la noche, cuando a las 21 horas se cerraron definitivamente las puertas del hospital regional, se comenzó a notar inmediatamente el despoblamiento y soledad. El edificio mostraba una sola luz encendida. Una persona parada en Condell miraba el inmueble con un dejo de nostalgia. El “loquerío” de un viernes ya era historia. No habían vehículos ni gente. Todo era desolación. Un vecino nos dijo: “nunca imaginé ver algo así. La tranquilidad y paz que tanto anhelábamos ahora comienza a ser monótona y aburrida”.
Comercio
El comercio que por décadas generó el funcionamiento del hospital no es algo menor. La Panadería Jacqueline, por ejemplo, inscribió en sus créditos a decenas de funcionarios que mañana y tarde cruzaban a comprar el pan, mortadela, queso o dulces para el sándwich de la colación. Estos “secretillos” o historias de vida bien los conoce María Cárdenas Torrez (con z nos corrige, “si quiere le muestro el carné”) quien atiende la panadería. “No solamente venían funcionarios sino también muchos familiares de los pacientes, que eran nuestro clientes diarios”. El sábado en la mañana, a tan sólo horas del “cambio de casa”, ya notaban los efectos. “Claro que bajaron las ventas y también notamos el cierre del hospital, por la disminución en los autos. Antes no quedaban estacionamientos y ahora sí (muestra la calle Angamos).
Vecinos
Uno de los vecinos del pasaje Ancud, Carlos Calisto Gómez, recordó el funcionamiento del hospital en este céntrico punto de la ciudad, y también el trabajo de grandes médicos que inscribieron su nombre en los anales y trabajo asistencial. “Este hospital cumplió su vida útil y ahora no es más que una parte importante de la historia de Punta Arenas”, señala con palabras cargadas de sentimientos. Además menciona el hecho de que siempre se sintieron muy protegidos, “porque carabineros pasaba todos los días por este lado (pasaje Ancud)”.
Taxistas
A la tristeza, y sobre todo la inquietud por su futuro laboral, se sumaron los taxistas del paradero ubicado frente al hospital, por Condell. Juan Barrientos Alarcón y Humberto Gallardo Álvarez sintieron inmediatamente el “golpe”. Hasta el sábado en la tarde no tenían traslados de pacientes, sino que solamente un par de llamados telefónicos. Algo completamente distinto a otros fines de semana, donde los clientes fijos eran las personas que salían de la guardia.
“Es el precio de la modernidad”, asienten algunos.

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