El misterio de la muerte, también a nosotros los creyentes, muchas veces nos golpea con interrogantes y preguntas que nuestra razón nunca logra responder”, dijo el obispo Bernardo Bastres, durante la homilía en la misa de Rosario Inés Ulloa Canales. Oficio religioso que se ofreció antes del funeral de la malograda y destacada dirigente social, muerta en un accidente de tránsito ocurrido el martes en la tarde, en Armando Sanhueza esquina Maipú.
La parroquia Cristo Obrero se hizo pequeña para acoger a las cientos de personas que asistieron al funeral. Muchos quedaron fuera, sin poder ingresar al recinto de calle Zenteno esquina Teniente Serrano.
El propio obispo quiso estar en la despedida de la esposa de Orlando Ovando, diácono permanente de la diócesis de Punta Arenas, y acompañar a los cuatro hijos, nietos, hermanos, sobrinos, “y a todos sus amigos que hoy están entristecidos por su repentina partida”.
El pastor destacó las bondades y el trabajo que por tantos años desarrolló la señora Inés, como catequista de la Parroquia Cristo Obrero. Dijo que fue una mujer siempre entregada a los demás y a los suyos. La recordó siempre sonriente, alegre y vital y preocupada de todos. “Por ello participó en cuánta organización social, todo ello con tal de ir en ayuda de los demás”.
“Hoy, todos los que repletamos este templo, damos testimonio que la vida y el servicio de la señora Inés ha sido un rasgo cristiano que ella supo vivirlo en toda su profundidad”.
Los restos de la infortunada mujer fueron trasladados al cementerio municipal, acompañados de una larga fila de familiares y amistades que le tributaron el último adiós.