Cerca de las 14.15 horas de ayer comenzó la tarde de furia del gendarme José Alcarruz Prado, de 28 años, quien se encontraba realizando guardia en la torreta frente al ingreso principal de la cárcel de Punta Arenas. El funcionario hizo disparos al aire con sus armas de servicio, primero con la ametralladora en ráfaga y luego con su pistola.
“Si se acercan me mato” gritaba a viva voz, con los familiares de los reclusos como testigos. De inmediato las alarmas de Gendarmería se activaron. La Policía de Investigaciones y un piquete de Fuerzas Especiales de Carabineros llegaron a acordonar el recinto, mientras la tensión comenzaba a apoderarse de las personas que esperaban afuera por la visita semanal.
Una hora pasó de esta situación, con el gendarme parapetado en una de las torres de vigilancia del Sector A. Una vez transcurrido ese periodo llegó al recinto el siquiatra Juan Vukusic, quien conversó con el intransigente funcionario, que al ver acercarse a alguna persona amenazaba con dispararse en la cabeza.
Luego de tres horas de tensión, Alcarruz depuso su postura: entregó el armamento y fue trasladado hasta el Hospital Clínico de Magallanes en donde, hasta el cierre de esta edición estaba siendo evaluado en la unidad de siquiatría del recinto médico, porque según los primeros trascendidos habría sufrido una “descompensación”.
El director del recinto penal, mayor Rodrigo García informó que “lo ocurrido con el cabo nunca puso en riesgo la integridad física de la población penal, y el amplio operativo en conjunto con las policías sólo obedeció al plan de contingencia en caso de emergencia”.