
El 2 de agosto las tres mujeres estuvieron a punto de perder la vida, de no ser porque Paula Espinoza, desfalleciente como estaba en esos momentos, logró arrastrarse y abrir la puerta de calle al novio de María Eugenia.
Paula accedió a compartir lo vivido ese fatal día, en el departamento de dos habitaciones, en el Edificio Ganaderos, en el cuarto piso. “Llevábamos un mes viviendo ahí. Yo compartía habitación con Kelly, dormíamos juntas. Y el otro dormitorio lo ocupaba María Eugenia Granobles, tía de la víctima”.
“Ese día nos acostamos como siempre, pero nos despertamos como a las 11 de la mañana porque el teléfono, que estaba en el otro dormitorio, sonaba y Kelly se levantó a contestar. Habló con el novio de la tía y le dijo que ella estaba durmiendo profundamente. A su vez, le comentó que no sabía por qué, pero le dolía mucho la cabeza. Luego se volvió a acostar conmigo, porque tenía un sueño muy profundo, pese a que siempre se levantaba como a las 11 de la mañana para ir al gimnasio del casino”. Sin embargo, recuerda que “ese día el sueño era demasiado fuerte y pesado, hasta que llegó un momento en que no sentí nada. Era como una locura. Una sensación como de trastorno, y tampoco me di cuenta cuando mi amiga se paró de la cama”.
Desde este episodio pasaron varias horas, hasta que el teléfono volvió a sonar, “pero a esas alturas mi cuerpo ya no respondía”. “Entonces me tiré al suelo y avancé arrastrándome hasta llegar al teléfono. Era el pololo de mi tía y recuerdo que le dije: ‘Nos estamos muriendo’, pero realmente no sabía por qué. No sé cuántas horas pasaron, pero el novio de mi tía llegó a las cinco de la tarde”. Paula dijo que “nuevamente tuve que hacer un tremendo esfuerzo para llegar a la puerta de calle y abrirla. Una vez que lo conseguí, no sé cómo, abrí y caí al suelo y lo único que alcancé a decir fue: ‘No me dejen morir’”. Dice que luego escuchaba voces que le decían que no se fuera, pero que recién recobró el conocimiento en el hospital”.
Ella pensaba que su amiga Kelly estaba en el gimnasio, hasta que le dijeron que la encontraron muerta en el baño. “Si no abro la puerta nos morimos las tres”, indicó.
Ahora viaja a Colombia, acompañando los restos de su amiga Kelly, quien deja un hijo de cinco años, Juan Andrés, del cual ella es madrina.