La sensación de labor cumplida es la que experimentan por estos días los efectivos de la Policía de Investigaciones (PDI) luego de que el sábado 13 de agosto se realizara la lectura de sentencia en contra de Pablo Ayancán, quien fuera condenado a diez años de cárcel tras ser encontrado culpable del homicidio de Fernando Ojeda, hecho ocurrido en febrero de 2009. El subprefecto de PDI de Puerto Natales, Juan Rosas, se mostró satisfecho tras la labor investigativa que realizó la policía civil en dicho caso, ya que pese a no encontrarse el cuerpo de la víctima se pudo establecer con bases científicas cómo ocurrieron los hechos: “La declaración de un testigo que presenció una discusión entre el condenado y la víctima fue la que hizo que cambiara la investigación de presunta desgracia a una por homicidio. En este nuevo plano, las diligencias cambiaron, lo que permitió dar con rastros al interior de la cabina de la embarcación donde ocurrieron los hechos los cuales, tras realizar las pericias pudo comprobarse que se trataba de sangre. Los peritos realizaron el levantamiento de la muestra y se cotejó con una muestra sanguínea de la madre del desaparecido, estableciéndose en un 99,9% la relación genética entre ambas muestras, corroborando que había ocurrido un hecho de sangre en dicha lancha pesquera”.
Pese a la certeza de la sangre, era necesario trazar una línea de acontecimientos en lo ocurrido, al respecto Rosas relató que “a través de simulaciones y pruebas científicas pudo establecerse cómo Ayancán le percutó un disparo en el pecho a la víctima, y como posteriormente intenta limpiar los rastros de sangre de su embarcación”.
Este fallo constituye un precedente en la justicia chilena, siendo el primer caso en que se condena a una persona por homicidio sin haber encontrado el cuerpo de la víctima, el cual habría sido arrojado al mar.