
Su objetivo central es aumentar la rentabilidad y competitividad de las principales frutas nacionales de exportación: carozos (duraznos, nectarines y ciruelos), manzanos, cerezos, uvas de mesa y berries (frambuesas). Para ello, trabaja en mejorar —con la creación de nuevas variedades— la calidad, color, calibre y la condición de llegada a los mercados de destino.
“Los programas están enfocados al desarrollo de nuevos productos, pero a su vez, persiguen resolver los principales problemas de productividad del sector y responder a las necesidades de la industria frutícola”, sostiene Jaime Kong, gerente general del Consorcio.
El ejecutivo afirma que, a través de la creación del Consorcio, la inversión privada en I+D en el sector frutícola ha aumentado en un 34%, sobre la base existente hasta 2005.
En lo específico, el trabajo apunta, además de los atributos de calidad de fruta (organolépticos y poscosecha), a generar variedades con características distintivas como: uva de mesa resistente a botritys; carozos tolerantes al daño por frío durante el viaje; cerezos tempraneros para extender la temporada y zonas del cultivo y con tolerancia a pitting; frambuesas de mayor vida de poscosecha y manzanas resistentes a venturia.