Doctor en arqueología retorna a Magallanes después de 54 años

General
25/05/2013 a las 09:27
“Cuesta salir y también regresar”, señala Mario Rivera Díaz. Y lo sabe de experiencia, porque el año 1959 emigró de su tierra en busca de conocimiento. Hoy quiere recuperar la ausencia, entregando la experiencia adquirida en distintos lugares del mundo. En la juventud defendió los colores del Liceo Luis Alberto Barrera en básquetbol y quedó encandilado con los trabajos en el cruce Ponsomby, Isla Riesco, que realizaron el francés Joseph Emperaire, –quien fallece durante la excavación- y Dominique Legoupil: “Ahí nace mis ganas de estudiar arqueología”.
Como si fuera una grabadora retrocede en el tiempo y da cuenta de sus éxitos académicos, licenciaturas, magíster, doctorados, postdoctorados. Residencia e investigaciones en varios países del mundo, algunas financiadas por National Geographic, en la zona andina.
“Vivimos una paradoja”, sentencia: “Científicos de todas las áreas y de todo el mundo, quieren llegar a Magallanes, estudiar en este laboratorio natural, y cada año cientos de jóvenes deben salir a buscar el conocimiento. A veces nadie se entera que pasaron. Tenemos una desconexión y debemos fortalecer lazos académicos con las mejores universidades del mundo y potenciar nuestras ventajas comparativas que tenemos por el hecho de estar en la zona”, explica.
El nuevo cargo de Director Ejecutivo del Convenio de Desempeño de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de la Universidad de Magallanes lo tiene entusiasmado. Un pequeño aviso en el diario detonó su regresó. Lo vio en la Serena, “andaba de paso…”, precisa. Y dejó sus clases magistrales en Wisconsin, EE.UU. Ya está instalado a la espera que llegue su mujer.
“Tenemos muchos proyectos y hay un equipo de primer nivel. Ya estoy sosteniendo conversaciones con algunas universidades. Cuando en el hemisferio norte está de vacaciones, acá estamos en pleno trabajo académico, eso ayudaría a recibir a investigadores. Nuestros estudiantes podrían realizar post grados que funcionen la mitad del año acá y el otro en el extranjero, en alguna universidad afín”, explica.
Otro de los desafíos, es crear una base de conocimientos que permita difundir adecuadamente lo que en la región se realiza, “una especie de centro de acogida”, explica, sin adelantar mucho.
De momento está feliz con el retorno, el reencuentro con viejas amistades: “Todos estamos cambiados, pero el espíritu magallánico se mantiene. Todavía reconozco todas las calles”.
Rivera tiene hasta el 2015 para poner a prueba los desafíos. Deja la invitación hecha para seguir conversando en el futuro, con logros a la vista y fortaleciendo el trabajo con los medios de comunicación.

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