Víctima le contó a la sicóloga que hacía esto por rabia con ella misma, al no poder hacer nada cuando el padrastro la tocaba. Un padrastro que abusó de la hija de su pareja fue sentenciado ayer a cuatro años de presidio, claro que los jueces le permitieron cumplir la pena con el sistema de libertad vigilada. Pero le quedó estrictamente prohibido acercarse a la víctima, a las inmediaciones del hogar y establecimiento educacional al que asiste.
El fiscal con especialidad en delitos sexuales, Fernando Dobson Soto, persiguió la responsabilidad del acusado, iniciales M.E.N.B., a partir de los hechos que se denunciaron en su momento. La investigación aclaró que en marzo de 2010, cuando la menor tenía 13 años, el imputado, pareja de la madre, la llevó a uno de los dormitorios de la casa, la sentó en la cama, le sacó su pantalón y ropa interior para tocarla en todo su cuerpo.
Estos hechos se repitieron hasta julio, cuando el sujeto vivió con la menor y su madre, aprovechándose de los momentos en que quedaba a solas con la niña.
El fiscal pide una sanción de seis años de cárcel, acusación a la que también se adhirió como abogada querellante del Centro de Atención Integral de Víctimas de Delitos Violentos, Martina Pradenas.
Juicio
Durante el juicio oral se dieron a conocer varios antecedentes, como la develación espontánea que ocurre en el colegio donde estudia la víctima, a partir de unos cortes en el brazo que advirtió el profesor de educación física, quien de inmediato dio a conocer la situación que aquejaba a la niña.
El silencio que guardó fue por temor a que el imputado agrediera a su madre, ya que existía violencia intrafamiliar por parte del acusado a la mujer, quien es una persona muy agresiva, lo que justifica el silencio de la pequeña.
El abogado defensor, Ramón Bórquez, pretendía la absolución de su cliente, argumentando la inocencia del acusado por tratarse de hechos falsos.
Al declarar la víctima, que actualmente cursa séptimo básico, dijo conocer al acusado desde los 12 años, porque era la pareja de su mamá. Ahí detalló los abusos a los cuales la sometía el padrastro, cuando la mamá asistía a la iglesia, y después el imputado le decía que si contaba algo le pegaría a la mamá, por eso nunca contó nada.
Esto recién se vino a saber por los cortes que el profesor de educación física advirtió en los brazos de la alumna.
A la sicóloga le contó que se cortaba por rabia con ella misma, al no poder hacer nada cuando la tocaba. Además, el acusado y su mamá peleaban a menudo. La niña dijo que dejó de ver a su agresor cuando su mamá lo denunció porque le pegaba.