“Todavía nos falta usar insumos endémicos, como la zarzaparrilla roja para la coctelería que tiene un tanino en la pepa que permite jugar mucho con los sabores. Todavía falta más salida del producto en los distintos bares de la región. El fruto tiene una muy buena proyección, pero hay que atreverse a probar y potenciar los insumos de nuestra tierra”, invita Chihuay.
El evento congregó decenas de platos. Un desfile interminable de jugos, tartaletas, aliños, incluso pebre. El INIA, con su proyecto “Difusión de la zarzaparrilla para consumo fresco o procesado”, logró un recetario de más de veinticinco maneras de preparar el berry magallánico.
Según Alfredo Pérez, dueño y chef de La Marmita, el producto tiene una durabilidad en la cocina que permite elaborar platos apetecibles y sabrosos. “La zarzaparrilla roja tiene antioxidantes, más vitamina C que los cítricos y el kiwi y es un producto que permite su uso todo el año. La cosecha se da en enero, febrero y marzo y se mantiene congelada hasta ahora en muy buenas condiciones”, precisa.
En el pasado, el fruto brotaba natural en los huertos o quintas de las casas antiguas. Algunos todavía lo llaman “parra”. Pero su origen se remonta a la América prehispánica. En Guayaquil, chamanes pre incas lo utilizaban como un producto sanador. Y Guatemala lo exportó en abundancia al viejo mundo, donde la zarzaparrilla tuvo un buen mercado para el tratamiento de la sífilis y una variedad de enfermedades que requerían purificación de la sangre.
Hoy, la zarzaparrilla es utilizada en la prevención y tratamiento de algunas enfermedades vasculares, asmas, entre otras.
Según explicó la profesional del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (Inia)
Kampenaike, Claudia Mcleod , el pequeño fruto es un alimento que destaca por su alto contenido de vitamina C, fibra y agua, lo que la convierten en un excelente antioxidante y diurético además que favorece la eliminación del colesterol y ácidos grasos de la sangre.