¿Qué pasa cuando el Paine se quema?

General
19/10/2013 a las 12:19
Los botánicos de la Universidad de Magallanes afirman que el catastro de las especies vegetales de Magallanes está inconcluso, y el Parque Nacional Torres del Paine no se escapa de esa realidad. Ése es el motivo por el cual, al cabo de dos enormes incendios, no se sabe a ciencia cierta qué se perdió. Pero de lo que se sabe, hay que hacerse cargo, dicen quienes desarrollan un proyecto a cargo de la sede universitaria de Puerto Natales, apoyada por científicos de Punta Arenas.
En febrero del año 2012, el Parque Nacional Torres del Paine sufrió los efectos de un incendio causado por un turista extranjero muy poco cuidadoso. Cerca de 17.600 hectáreas, principalmente formadas por estepa patagónica y bosques de lenga, de matorral y de ñirre, se vieron afectadas, incluyendo, por supuesto, los ecosistemas asociados.
Triste espectáculo que no dejó indiferente a Jorge Nieto, Ingeniero (E) Agropecuario a cargo del Centro Hortícola y de Floricultura del Centro Universitario de Puerto Natales. El año pasado, Nieto postuló una idea al Fondo de Innovación para la Competitividad Regional (FIC-R), llamada “Conservación y Propagación de Comunidades Vegetacionales del Parque Nacional de Torres del Paine”. Tal como su nombre lo indica, el objetivo es preservar y propagar la biodiversidad vegetal del parque. ¿Cómo? Creando un Centro de Conservación y Propagación con los 55 millones de pesos obtenidos, y el apoyo de la Municipalidad y la Corporación Nacional Forestal.

Del dicho al hecho
Cuando hablamos de “estepa patagónica” nos referimos a aquellas especies más conocidas como mata negra, calafate y coirón o pasto magallánico. Y cuando hablamos de “matorrales”, a ejemplares como la chaura, la zarzaparrilla y el notro. Éstas son parte de las 15 especies nativas seleccionadas para un proceso que incluye tres etapas.
Primero, se construyó un vivero con germinadores, dentro de los cuales crecen los plantines, que luego son trasplantados a un espacio verde de Puerto Natales, cedido por el municipio para probar la sobrevivencia de estas especies. El proceso es seguido de cerca para describir el comportamiento, y tener luego información científica que permita, ojalá, repetir el ejercicio, pues la idea es explorar la posibilidad de que ésta y otras ciudades regionales, sean adornadas con vegetación endémica y no europea, como suele ocurrir.

¿Y después?
El vivero y la recolección de datos para la creación de una ficha técnica, son parte del proyecto. También incluye elaborar un protocolo de propagación de estas especies, en modalidad In Vitro, lo que permitiría reforestar el Paine u otras zonas de la región que se vieran afectadas por incendios u otros fenómenos. Este trabajo se llevará a cabo en el Laboratorio de Biotecnología Vegetal de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Magallanes, dirigido por la Doctora Valeria Latorre, que pudo habilitarse hace algún tiempo gracias a un proyecto INNOVA CORFO. Al final, además se contará con un archivo fotográfico.
Hay fines científicos en esta idea, pero también culturales. Porque por una parte se quiere conocer y conservar la flora endémica del Parque Torres del Paine, pero también se quiere demostrar su potencialidad como ornamentación urbana. El proyecto culmina en abril de 2014.

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