
Los signos comunes de la enfermedad hepática son indefinidos e inespecíficos e incluyen vómitos, pérdida de peso, depresión, deshidratación, diarrea, fiebre, aumento de volumen del hígado e ictericia (coloración amarilla de las mucosas). Otros signos clínicos comprenden anomalías neurológicas en casos de encefalopatía hepática (en general en algunas ocasiones debido a enfermedad hepática difusa grave).
Por lo general, la ictericia es el principal signo clínico que sugiere enfermedad hepática subyacente, pero como no es un indicador sensible de hepatopatía, se requieren estudios de laboratorio para establecer el diagnóstico de enfermedad hepática subyacente en pacientes con signos comunes inespecíficos.
La enfermedad hepática felina se puede dividir en trastornos hepáticos primarios y secundarios. Los gatos presentan numerosas hepatopatías primarias, pero la importancia relativa de éstas, exhibe una variación considerable entre diferentes países. El complejo de colangiohepatitis, la lipidosis hepática idiopática, y las hepatopatías tóxicas son las hepatopatías primarias más comunes. También existen numerosas hepatopatías secundarias relativamente comunes y algunas de las más importantes son: peritonitis infecciosa felina (PIF), anemia/hipoxia, neoplasia (linfoma), hipertiroidismo, y diabetes mellitus.
Cualquiera sea la causa de enfermedad hepática que afecte a su gato, éste comenzará a manifestar signos evidentes una vez que la patología se ha instaurado en el organismo. El pronóstico de la enfermedad y la calidad de vida de su mascota irá directamente en relación a la oportuna intervención y tratamiento indicado por su veterinario de confianza. No espere hasta que la condición sea difícilmente reversible.