La víctima decidió hablar, para que se conozca lo que le sucedió, y en el juicio le pidió a los jueces justicia. Los ruegos de la niña abusada y violada por su padrastro, durante ocho años, pidiendo justicia porque le arruinaron sus sueños y proyectos de vida, se escucharon. Ayer el Tribunal Oral en lo Penal sentenció a 15 años de presidio a Jorge Alejandro Silva Ovando, padrastro de la entonces menor de edad, la misma pena que pedía el fiscal Fernando Dobson en su acusación.
Una pesadilla que la niña ocultó por miedo a la vergüenza y por las amenazas del sujeto, que a partir de los 11 años comenzó a abusar de ella, mientras la madre trabajaba. Sin embargo poco o nada hizo cuando se enteró, porque el hombre sostenía económicamente el hogar y denunciarlo implicaba quedarse sin nada.
Producto de las violaciones la menor quedó embarazada y tuvo un hijo. Sin embargo, ello no frenó sus bajos instintos, porque con cinco meses de gestación volvió al ataque.
A los 15 años tuvo el bebé, que hoy ya cumplió tres años de vida. Amenazada por el sujeto, nunca develó la identidad del padre, hasta que un día, cansada de ser sometida sexualmente, le develó a una profesora su martirio. Ahí llamaron a la hermana mayor, quien le transmitió la fuerza necesaria para estampar la denuncia y mantenerse firme. Porque la niña fue presionada por la madre, para retirar la denuncia, pero con el apoyo incondicional de su hermana siguió adelante y fue así como el caso se conoció públicamente. El autor anduvo prófugo mucho tiempo, hasta que logró ser detenido en Tierra del Fuego, para posteriormente ser enjuiciado y sentenciado, como ocurrió ayer.
Declaración
Hace un año que la víctima vive con su hermana y su hijo de tres años. En su declaración a los jueces confesó que su padrastro abusó reiteradas veces de ella, y que por eso nació su hijo. Dijo que decidió hablar “para que esto se supiera”.
En la Policía de Investigaciones le contó todo al fiscal Dobson. Recordó que todo comenzó cuando ella tenía ocho años de edad y su mamá trabajaba cuidando niños. Estaba de vacaciones en la escuela y empezaron las tocaciones genitales en su pequeño cuerpo. Le decía que si no se dejaba le pegaría a la mamá o a ella. “Sentía asco y la mamá no supo porque casi nunca estaba en la casa”. Hasta que un día le contó a una amiguita de curso, quien se lo dijo a su madre (el año 2006 o 2007) y esta persona lo denunció en Carabineros. Pero después la víctima lo negó todo porque el padrastro la amenazó con dejarla sola en la calle.
Después las tocaciones fueron más seguidas, hasta que los abusos dieron paso a las violaciones, “una vez por semana”, cuando tenía unos 11 años de edad. Como resultado de esto, con posterioridad la niña quedó embarazada y tuvo un hijo.
El miedo la llevó a inventar que el padre de la guagua era alguien que se había ido de Punta Arenas.
“Pero cuando tenía cinco meses de embarazo ocurrió de nuevo. Y después, cuando tuve a mi hijo también, cuando mi mamá salía”, describió.
Le pegaba
La niña lo rechazaba. Le decía que no quería, que le dolía. Ahí se ponía agresivo y le pegaba a veces en la cara, dejándole los dedos marcados, declaró. La última vez que la violó fue cinco días antes de la denuncia. En ese momento su madre los vio, él estaba sobre la niña, pero no dijo nada y calló.
De ahí se alejó de su madre, porque cuando hizo la denuncia fue donde estaba ella trató de convencerla que se desistiera, y así el hombre podría seguir manteniendo la casa.
Desde ese momento cortó toda relación con la mujer y ahora no sabe de ella. Por eso en el parto estuvo prácticamente sola.
También recordó que el acusado bebía mucho alcohol y que una vez, el año 2010, le pegó a su mamá, dejándola inconsciente.