Es que no puede ser de otra manera. Recorrer calle Errázuriz, de día o de noche es como enfrentar una carrera de obstáculos, donde lo humano y lo divino se juntan para estrangular las miradas más inocentes, pero también para sorprender los ojos de los más impíos.
Es la antigua calle Coquimbo, contaba mi padre, la misma que años después marcaría su nombre a fuego con la “masacre obrera”, que sabría de locales míticos como “El Lloco”, “El Bossanova”, “El Pato Loco”, “El Pavo Real” y el “333”, y que sería tránsito frecuente de personajes como “La Zoquete”, “Changa” y “La María Pudeto”.
En rigor, salvo matices, desde los ’70 Errázuriz no ha cambiado mucho. Algunas manitos de gato, una que otra nueva edificación y pavimentación desde Avenida España a cerro.
De día, la vereda norte entre José Nogueira y Chiloé es patrimonio de los vendedores ambulantes. Se puede encontrar de todo, desde lentes, banderines, ropa, hasta repuestos para celulares; sin olvidar las frutas y verduras. El transitar es constante, ni hablar en los días de fiesta (18 de Septiembre, Navidad y Año Nuevo). A medida que avanza la tarde y comienza a instalarse la noche, surge una suerte de rotativo de cine. El movimiento sigue igual, sólo cambian los personajes.
Ahora los espacios son ocupados por parroquianos ávidos de una buena “picada”, aunque siempre son las mismas. La gente en situación de calle se sigue “tomando” las esquinas, siempre resguardada por una nada despreciable cantidad de perros.
Hay contrastes evidentes. El olor a pan recién salido del horno, el canto que traspasa el interior de una iglesia evangélica, las mujeres (morenas en su mayoría) fumando en las afueras de los locales nocturnos, el infaltable “borrachito” que no se sabe dónde está ni dónde ir, y el infaltable personaje que pide una moneda.
Desde la medianoche sigue el rotativo. Claro que esta vez lo “folclórico” se torna peligroso. Una, dos, tres y más shoperías (al menos eso dicen) parecen funcionar a mil. Hay que pensar varias veces si se quiere caminar hacia Avenida España. Ya en la esquina suroriente se aprecia una cámara de seguridad, la misma que en más de una oportunidad ha permitido, a través de su ojo electrónico, alertar a Carabineros de un hecho de violencia.
Desde ese punto límite, Errázuriz presenta una cuadra de “moderno Barrio Rojo”, con varios locales nocturnos que, al menos en sus fachadas, debieron ponerse a la altura de las circunstancias, de la modernidad, la urbanización.
Definitivamente, Errázuriz es una calle que no duerme, que se resiste a abandonar la “bohemia”, a enterrar el pasado y emerger distinta. ¿Tradición? ¿Romanticismo? ¿Patrimonio? Llámese como se llame, hay vecinos que no están dispuestos a continuar con este escenario, con esta especie -aseguran- de estigma que marca un espacio importante del centro de Punta Arenas.
Una larga espera
Dos años de espera. Dos años de una propuesta que sólo encontró espacios en los medios de comunicación, pero que finalmente quedó archivada en algún cajón o en una carpeta humedecida por el correr de las semanas y meses.
La quijotesca iniciativa llevaba por nombre “proyecto Boulevard Calle Errázuriz”. Su objetivo: cambiarle definitivamente el rostro a esta popular arteria de Punta Arenas.
Fueron los vecinos de la Junta de Vecinos Benjamín Muñoz Gamero, quienes de la mano de su presidente, Fernando Descouvieres, y del concejal de Punta Arenas, José Aguilante, quienes plantearon la urgente necesidad de cambiar la imagen del área, principalmente en el tramo que va desde calle José Nogueira a Avenida España. Como primeras medidas, se consideraba la salida de los vendedores ambulantes que ocupan un paño importante de la vereda norte y la limitación y control estricto de las patentes de alcoholes.
“Cirugía mayor” es lo que se necesita en este caso, señalan en aquel entonces los vecinos. Bastaba darse una vueltecita para darse cuenta que estaban en lo cierto. Ni hablar lo que vendría en meses posteriores, cuando las personas en situación de calle y una nada despreciable cantidad de perros se “apoderaron” del sector.
“La iniciativa busca sensibilizar a las autoridades respecto de la necesidad de materializar un proyecto integral, que de valor y dignidad a esta calle”, señalaba Aguilante, explicando que para ello resultaba fundamental modificar la ordenanza municipal del año 2006 sobre patentes de alcoholes. Ésta, en su título IV, artículo 23, establece que las patentes de cabarés sólo pueden ser otorgadas a establecimientos ubicados “en las calles Errázuriz y Balmaceda, por ambas aceras, entre Avenida España y Costanera, y Avenida España, ambas aceras entre Fagnano y Avenida Independencia”.
“Aquí claramente existe una discriminación hacia los vecinos de este céntrico sector, considerando que perfectamente se podrían destinar otros puntos para la instalación de este tipo de establecimiento”, señala el concejal. Y agrega que no se trata de coartar la libertad de trabajo, más bien se apunta “a que la ley sea pareja” y se proteja al vecino “porque el problema está en las consecuencias que acarrea el funcionamiento de estos locales: peleas, riñas, hechos de sangre, problemas de contaminación, higiene, un entorno deplorable y un problema de inseguridad real”. De hecho, papeles en mano, los vecinos entregaron un dato concreto: sólo en el primer semestre de 2011, en calle Errázuriz se registraron 532 hechos delictuales, expresados en robos con violencia, riñas, lesiones, hurtos y riñas en la vía pública.
Un dato anexo señala que en julio de este año se registró uno de los últimos incidentes graves. Un joven de 18 años fue brutalmente agredido de madrugada en calle Errázuriz, entre José Nogueira y Chiloé. Durante semanas permaneció grave con riesgo vital en el Hospital Clínico de Magallanes.
El concejal José Aguilante explica hoy que “este proyecto descansa en la Unidad de Arquitectura de la Secplan. No hemos tenido un pronunciamiento oficial del alcalde sobre supuestos avances o demostraciones concretas de interés por propiciar y promover su puesta en marcha”.
Agrega que su propuesta tiene que ver con “el análisis por parte del municipio de la factibilidad de la obra, para que luego se trabaje en la etapa de propuesta de diseño para consensuarla con los vecinos, y que de allí sea el municipio el que actúe como unidad técnica encargada de la ejecución del proyecto y como responsable de postular los fondos necesarios en el Gobierno Regional”.