
“Cuando llegué la encontré con la ropa rajada y golpeada. Se abraza a mí y llora desconsoladamente. Hasta ese momento aún no entendía qué pasaba”.
Después de estar un rato en shock, le contó que dos personas ingresaron a la casa, la asaltaron, se abalanzaron sobre ella, le pusieron un cuchillo y la pasearon por la casa; y que luego, por la puerta de la cocina logró escapar, pero salieron tras ella y la vuelven a golpear.
Cuando el fiscal le preguntó por las consecuencias que este asalto le acarreó a él y su señora, Juan Aguilar le confesó que era complicado contestar la pregunta. “Pero puedo decirle que la vida nuestra cambió total y absolutamente. Existe un antes y un después en mi vida y la de ella”.
“Tal vez pueda definirlo así: Ahora cae una hoja en el patio y mi esposa salta. El insomnio nos afecta a los dos. Además, antes de lo ocurrido, mi casa tenía una linda vista al estrecho y ahora es una casa con rejas. Hemos tenido que protegernos, a raíz del pánico que nos provocó ser agredidos de esta forma. El temor ha sido persistente en todo este tiempo. No estamos tranquilos. Nuestra vida se ha puesto difícil. Es la forma en que puedo resumir lo que nos ha sucedido”.
La abogada querellante, Natacha Oyarzún, le preguntó por el cambio que experimentó la vida de su esposa y la forma en que esto le afectó la salud. La respuesta fue que, desgraciadamente, a raíz de esto, viene saliendo de una operación, por un cuadro obstructivo severo. Nunca antes fue asmática, y ahora ha tenido recaídas, producto de la caída inmunitaria a raíz de este estrés tan violento, como el que vivió. Y por eso hemos tuvimos que recurrir al Centro de Víctimas para que nos apoyen”.