
2) La estructura: El gran Estado gasta demasiado y gasta mal. En la última década el gasto en educación se duplicó, sin producir efectos sobre el rendimiento escolar. Gastamos más que el promedio de la OCDE en educación escolar como % del PIB. Aparentemente muchos favores políticos se pagan con las Corporaciones Municipales, lo que termina encareciendo el servicio. Aquí en Pta Arenas, por ejemplo, la Corporación Municipal gasta un 33% más por alumno que uno de los colegios privados pagados mas caros de la ciudad y con resultados muy inferiores. Aún así, en vez de plantear iniciativas para mejorar la eficiencia en el uso de los recursos, los políticos nos amenazan con mas y mayores impuestos.
3) El populismo, que alienta expectativas irreales: El Ministerio de Educación ejerce una verdadera dictadura en aspectos académicos sobre todos los establecimientos: públicos, privados subvencionados y privados pagados. Como respuesta a los magros resultados que tenemos en educación, la autoridad establece ambiciosos y detallados planes y programas, que en la práctica no son realistas ni alcanzables y, por lo tanto, no resultan motivantes. Es así como nuestros hijos sufren las jornadas escolares más extensas del mundo. Edwin West señala que “el intento de imponer requisitos de graduación más estrictos por medio de un currículum revisado y más riguroso no ha sido en la práctica muy efectivo. El hecho es que las nuevas leyes, por sí mismas, no pueden llevar a cabo un aprendizaje muy efectivo. Los profesores y los estudiantes podrían seguir al pie de la letra las reglas impuestas por el Estado…, sin que el proceso beneficie en mucho a los estudiantes”.
Todos buscan frenéticamente “la solución” para mejorar la educación, sin advertir que es una tarea imposible. Cada joven es único e irrepetible, con sus propias características, capacidades e intereses y cada uno reacciona en forma diferente frente a cada estímulo. No es posible entonces encontrar una fórmula única y nacional para la educación. El camino es confiar en los profesionales y darles el espacio de libertad que les permita generar iniciativas que motiven a sus alumnos según sus especiales características. Es la conclusión a la que llegan todos los expertos en educación: La autonomía de los colegios es la condición necesaria para un sistema escolar exitoso.
(1)Profesor adjunto de la Universidad de Lund (Suecia). Ex miembro del MIR, exiliado en Suecia y ex parlamentario de ese país.