La investigación señala que el bienestar humano tiene forma de U, con un alza al principio de la vida que comienza a descender en la juventud, para luego de los 45 años, volver a aumentar. Se analizaron encuestas de Gran Bretaña, España y Australia, concluyendo que los índices más bajos están en esta etapa. La búsqueda de la felicidad es una prolongada batalla que libra el ser humano hasta el último momento de su vida.
Sin embargo, economistas del Instituto de Investigación de Economía Social de la Universidad de Melbourne, en Australia y de la Universidad de Warwick, Gran Bretaña, afirman que entre los 40 y 42 años de edad, es la etapa más infeliz de la vida.
Para ello, el equipo de investigadores analizó datos de cuatro encuestas sobre felicidad de personas de hasta 70 años realizados en Australia, Gran Bretaña y España, corroborando que el ciclo de bienestar humano tiene forma de U, como habían predecido otros estudios.
Esto se explica porque se presenta un comportamiento en alza al principio de la vida hasta comenzar a descender en la adolescencia y juventud, para luego de los 45 años volver a aumentar. Esto último indica que entre los 40 y 42 años, sin importar la cultura o género, es donde se reportan los más altos índices de insatisfacción con la vida.
“Lo interesante es la consistencia de los resultados en los tres países que examinamos. Y que la felicidad humana alcanza el punto más bajo alrededor de las edades de 40 a 42”, señaló Terence Cheng, de la Universidad de Melbourne y una de las autoras del estudio.
Por su parte, el sicólogo de la Universidad del Desarrollo, Jaime Alfaro, indicó a La Tercera que la disminución de la felicidad y el bienestar comienza en la adolescencia, y se extiende hasta el inicio de la última fase de la vida adulta (antes de los 50 años).
“Esos datos se corroboran en distintas realidades sociales y culturales, y se han observado internacionalmente”, sostuvo el especialista.
Al ser consultado sobre qué ocurre al inicio de la cuarta década de vida y de acuerdo a los análisis de bienestar, Alfaro plantea que se ha visto que las tensiones y condiciones de estrés que conllevan la vida adulta, perturban la satisfacción y los estados emocionales que son la base esencial del bienestar y la felicidad.
“La vida se hace más compleja, más demandante, más cambiante, con mayor incertidumbre y responsabilidad, lo que genera tensiones en la relaciones con otros y aumenta el polo de emociones negativas respecto de las positivas, y genera evaluaciones de menor satisfacción”, aclara.
Otras investigaciones agregan que es la época en que asumen los planes de vida sin cumplir (metas soñadas en la juventud), desencadenando frustración y por ende, menores índices de felicidad.
La directora del Instituto del Bienestar, Mónica López, explicó al matutino que pese a que es un fenómeno que afecta a hombres y mujeres por igual, estudios muestran una tendencia de estas últimas a ser más felices.
“Una explicación es que las mujeres tendrían mayor concentración del gen de la monoamino oxidasa A, que regula una enzima que descompone los neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, sustancias que generan un mejor estado de ánimo y bienestar”, aclara.
“Los simios no tienen hipotecas, divorcios y cuotas escolares para pagar, y toda la parafernalia de la vida moderna”, señaló Andrew Oswald, de la U. de Warwick y coautor del estudio a la revista Nature, lo que explicaría la similitud en la biología y la fisiología.
“Tal vez la evolución nos necesitaba más insatisfechos en la mediana edad”, agrega. Ese desencanto, explica, puede ser un catalizador para el cambio, lo que podría estimular a los adultos infelices a actuar de manera más adaptativa, por ejemplo, en la búsqueda de compañeros. Pero aún quedan estudios para determinar por qué en simios y humanos se trata de una etapa compleja, concluye el experto.