La prepotencia en las calles es cada vez más. Una ciudad como ésta se ha ido contagiando con las malas costumbres de otras partes de Chile y también del mundo. El sólo hecho de demorarse un poco más en un semáforo o en una esquina determinada o, tal vez equivocarse, es requisito para tener que afrontar un insulto, una amenaza o hasta la impensable situación de ser agredido. Los momentos que estamos pasando son complejos y la fragilidad de genios en los diversos seres humanos apuntan a ser cada vez más violentos. No sólo en el hecho físico, sino que en todo orden de cosas. Las denuncias respecto de variados casos como los comentados anteriormente son cotidianos en nuestras oficinas y cada vez más preocupantes. La poca tolerancia entre quienes vivimos en una comunidad se puede ir transformando en algo cada vez más peligroso. Las faltas de respeto, el coartar la libertad del otro, la indiferencia, los hechos delictuales. Un sinnúmero de momentos de agresividad que nos convierten en una ciudad cada vez menos tranquila y demasiado diferente a lo que era. Hay que calmarse y buscar, a como dé lugar, la tolerancia y la aceptación.