
¿Qué cambió tan repentinamente como para justificar tal magnitud de recuperación y en tan sólo dos meses? ¿Es sostenible este cambio de valor? ¿Se estará cultivando nuevamente una burbuja especulativa? Luego de todos los desaciertos y equivocaciones, sostenidas y reiteradas, de los mejores y más sofisticados analistas del mundo, pocos se animan a emitir juicios o hacer recomendaciones. El panorama de relativo “auge” bursátil contrasta con la fuerte caída en la actividad económica de Chile y el mundo. Las proyecciones de crecimiento 2009 para la economía mundial han caído a -2,5%. Chile registrará una caída en torno al 1,0% y el último Imacec, indica una caída de -4,6% para abril. Las importaciones y exportaciones siguen colapsadas. Producto del impacto de la desaceleración económica, el Estado está sufriendo una fuerte disminución en la recaudación de impuestos, que provocó la necesidad de anuncios para financiar el gasto y en particular, las medidas de estímulo fiscal aprobadas para contrarrestar el ciclo negativo que se vive en la actividad económica.
Para explicar la eventual inconsistencia entre el desempeño bursátil y lo que ocurre en el mundo real, hay algunos factores que pueden justificar una porción del cambio; los precios o valores de los activos, en el momento más bajo de la depresión financiera, incorporaban -en algún grado- una probabilidad de colapso global. Tal como en los tiempos de auge hubo inversionistas y especuladores que apostaron e incorporaron en los precios, que el ciclo de auge podría continuar indefinidamente (llevando los precios a niveles injustificadamente altos); en el peor momento de la depresión, también hubo muchos que pensaron el colapso total era inevitable.