
Desde el vecino país de Bolivia, nos llega la información referente a la celebración de la llegada del año 5.517 para esa raza humana. Con las manos extendidas hasta el cielo y una temperatura de 6 grados bajo cero, miles de personas se congregaron el 21 de junio para recibir los primeros rayos del Tata Inti (dios sol) en la localidad de Tiwanaku, coincidiendo con el solsticio de invierno austral, que marca el inicio del nuevo año aymara. Dice el comunicado que los asistentes al templete descubierto de Kalasasaya en búsqueda de la energía astral, mientras ardían en piras los tributos al sol (mesas y khoas), confiriéndole al lugar un cariz solemne, lleno de misticismo, ritos y simbologías esotéricas de carácter ancestral. Este lugar sagrado, centro de ceremonias andinas, albergó a kallaguayas o chamanes, achachilas y amautas o sabios indígenas y a miles de aymaras y quechuas, además de unos pocos turistas europeos. Antes de la ceremonia los amautas irguieron una pira donde depositaron una “mesa” (ofrenda a Inti) para recoger sus favores en aras de una buena cosecha, de paz y prosperidad para el país y sabiduría para Evo Morales, que es originario de esta etnia. Una ofrenda de incienso y copal recibió los primeros rayos del sol, a las 7.15 horas locales, a 3.800 metros de altura sobre el nivel del mar en Tihuanaco, mientras la fogata desafiaba el intenso frío de la pampa andina. Horas antes, los aymaras ofrendaron también un tributo (wajtha) a la Pachamama (madre tierra) en el cierre del año viejo. El mallku (dignidad en aymara) entregó, en seguida, una ofrenda consistente en coca (hoja sagrada andina), licores, dulces, incienso y copal. Un participante de la etnia chilena mapuche que participó en el rito, expresó: “su esperanza de que en el nuevo año los pueblos indígenas puedan, finalmente ser reconocidos y que los estados puedan ver con claridad la realidad que estamos viviendo como pueblos indígenas y como países latinoamericanos”. El ritual de despedida al año viejo 5516, comenzó la mañana del sábado en la colina de Kimsachaca, se extendió en la noche al cerro de Lloco Lloco y concluyó con la llegada del solsticio de invierno el domingo, en el campo de Kalasasaya; el solsticio es visto como el momento en que se reinicia el acercamiento del sol a la tierra, así como un nuevo ciclo agrícola.