
Si para muchos tener vecinos que les gusta poner la música fuerte, llamarse a gritos, hacer fiestas, en definitiva, hacer ruido, es molesto, imaginarse vivir a pocos metros de una casa que tiene más de 50 perros puede resultar dramático.
Esa es la realidad de algunos que tienen sus viviendas o deben transitar en las inmediaciones de la esquina de Avenida Bulnes y Kuzma Slavic, en el domicilio de Marta Fuenzalida, la mujer que mantenía alrededor de 25 canes en su patio, algunos de ellos muertos, y otros 25 en su hogar.
Nadie juzga su gusto por los animales o su derecho de hacer lo que estime conveniente al interior de su propiedad, el problema surge porque el hacinamiento de tantas mascotas, en un lugar que no está acondicionado, genera múltiples complicaciones adyacentes que afectan a toda la comunidad colindante.
Al pasar por fuera de la casa de Fuenzalida, lo primero que denota la tenencia de tantos perros, es el olor. Las deposiciones no sólo se aprecian en el patio, sino que también en la vereda. Ese es uno de los aspectos que más incomoda a Marcela Paredes, quien transita diariamente por el sector y considera que “el lugar está increíblemente sucio, sale un olor asqueroso. Me tengo que tapar la nariz al pasar por aquí”, contó. Agregó que, “además la casa se nota descuidada. Los perros tienen todo destruido y sucio donde hacen sus necesidades en cualquier parte. Me cuesta imaginar que una persona pueda estar adentro”, expresó.