El examen de autopsia confirmó que la persona encontrada sin vida el viernes a la intemperie, en los alrededores de la cárcel de Punta Arenas, murió producto de un infarto.
Juan Bernardo Millalonco Guichaquelén, de 44 años, era un indigente sin domicilio conocido que en algunas ocasiones frecuentaba el Hogar de Cristo. Fueron tres jóvenes que andaban en bicicleta por el sector alto de la ciudad quienes se encontraron con el cuerpo sin vida de esta persona.
La Brigada de Homicidios (BH) estimó entre cuatro y cinco días la data de muerte. Por instrucción del fiscal de turno, los restos fueron llevados al Servicio Médico Legal (SML), donde se le practicó la autopsia. El examen confirmó lo que se había presumido, que esta persona se sacó toda la ropa y trató de bañarse en un pequeño caudal cuando le habría sobrevenido el infarto.
Hasta ayer nadie aparecía a retirar los restos de Millalonco, pero familiares se contactaron con el SML y estarían viajando en las próximas horas a Punta Arenas para hacerse cargo del funeral.
Obispo Bastres
El obispo Bernardo Bastres lamentó mucho el deceso y abogó para que lo antes posible se pueda concretar el proyecto del albergue para personas en situación de calle.
De acuerdo con estudios y encuestas, monseñor dijo que “Punta Arenas tiene más gente en situación de calle que en Santiago”. El obispo, además, manifestó que “en la capital hay ocho indigentes por cada diez mil personas. Y acá la cifra es de nueve por diez mil”.
Agregó que “es importante buscar las causas y la fórmula para reinsertar a estas personas en la sociedad, sacándolas del excesivo consumo de alcohol y situación de calle, pero mientras no tengamos un lugar donde trabajar con ellos y puedan estar allí en forma estable, es imposible realizar cualquier trabajo con ellos”, indicó Bastres.
La idea de esta propuesta pasa por disponer de un local donde acogerlos de noche y en el Hogar de Cristo darles de comer. Y a partir de esto establecer redes con organismos como el Servicio de Salud y de asistencia.
Aunque monseñor Bastres entiende que “esto nace como un problema social, a partir del sistema económico que actualmente está generando más gente en la calle que antes. Este sistema económico está provocando que cada vez tengamos más personas “desechables”.
Lo que busca la Iglesia, a partir de un trabajo con las comunidades, es ayudar a los indigentes a ubicarlos bien, “porque, nuestra finalidad no es solo dar alojamiento y llenar estómagos, sino la dignidad que se merecen. Y en eso estamos”.
El Hogar de Cristo es el principal lugar que acoge diariamente a decenas de personas en situación de calle, pero la capacidad física del recinto cada día se hace más estrecha, al igual que la situación económica. En invierno, según informó hace poco la directora Amada Catrilef, deben armar albergues de contingencia para poder atender a tantas personas que llegan.