
De hecho, existen educadoras de párvulo que afirman que los menores de tres años no deberían ver televisión, porque se encuentran en una etapa máxima de aprendizaje a través de la exploración.
Basados en este lineamiento es que en 1982 se promulgó una ley que prohíbe el funcionamiento de guarderías, no obstante aún existen debido a un subterfugio en la misma legislación.
“Como lo dice su nombre, guardan niños, los cuidan. No se les enseña nada, de hecho si duermen todo el tiempo, mejor aún”, manifestó la encargada del Sistema Integral de Atención al ciudadano de la Junta Nacional de Jardines Infantiles (Junji), Marisol Villegas.
Ni siquiera es obligación que estos espacios estén a cargo de una educadora de párvulos, circunstancia que debiera generar desconfianza en los padres, puesto que lo más indicado es que una persona capacitada, ojalá profesionalmente, esté a cargo de sus hijos.
“Debido al compromiso que se ha generado con a educación de los niños más pequeños, desde 2002 que la Municipalidad de Punta Arenas acordó con la Junji no otorgar patentes a guarderías”, agregó Villegas, quien además es asesora y fiscalizadora de salas cuna y jardines infantiles particulares.
Pero no sólo ese negocio no es viable en la comuna, tampoco los jardines infantiles que obtienen una mala evaluación en su proyecto educativo, el cual debe pasar por la oficina de la institución gubernamental para su aprobación.
Este requisito es fundamental y marca una diferencia más entre una guardería y un jardín infantil, porque en este último se trabaja con planificación general y particular.
“Las educadoras hacen planes por sala y por niño. Hay un tema en común pero la manera de enseñarlo varía según las condiciones de los cursos y de los menores: algunos aprenden más rápido que otros y eso hay que considerarlo al momento de enseñar”, manifestó la profesional.
Otros casos
Villegas reconoció que “nosotros somos estrictos en cuanto a los permisos y fiscalización, pero no puedo decir lo mismo de Puerto Natales”.
En esa comuna hay tres jardines infantiles que no cuentan con el empadronamiento que otorga Junji, el cual valida la calidad del proyecto educativo, el coeficiente personal y la infraestructura adecuada para recibir a los párvulos.
“Más allá de esta situación, el llamado es a los padres, quienes deben informarse y solicitar la documentación que confirma la idoneidad del establecimiento”, enfatizó.
Ser estrictos con el lugar donde un hijo va a pasar gran parte del día en una edad donde cada hecho puede marcarlo para siempre, no debe ser una molestia para el jardín infantil o para la sala cuna, sino que una primera condición para acceder a su servicio.