
Se dice, se comenta, es voz permanente en tribunas de mucho hablar y mejor vestir, que nuestra salud, bienestar y futuro dependen de la capacidad de conservación y conversación. Voces de aquí y de allá, repiten siempre lo mismo: que debemos conservar todas las especies del engranaje del universo. Sin duda, todos somos necesarios. Asimismo, la biodiversidad es el hilo de la palabra que mueve todos los labios en los foros de alto pedestal. Sin embargo, nunca hubo tantos disturbios contra la naturaleza como en estos últimos años. No le faltó razón, al filósofo alemán Albert Schweitzer, cuando dijo que “vivimos una época peligrosa, justo porque el ser humano ha aprendido a dominar la naturaleza mucho antes de haber aprendido a dominarse a sí mismo”. La mano del hombre no sólo castiga por tierra, también por mar. Las actividades delictivas están a la orden del día. Estamos sitiados por el imperio de los contaminantes y de los contaminadores, por la sobreexplotación de los recursos vivos, por los piratas que traspasan los cristales vírgenes de la naturaleza. Desde luego, la realidad es la que es, y no se puede seguir descuartizando nuestro propio hábitat. Pero, cuidado, aquí toda la humanidad tiene que tener voz, porque tiene que cambiar de actitud frente a la vida. Recordemos, lo que dijo el poeta Aleixandre: “sin voz juegan las masas, mas no escuchan”. Ciertamente, nada es tan educativo como escuchar mucho.