Nadie duda que es mejor el sol de un fin de semana, una buena película, estar con la familia, salir con amigos, conversar una botella de buen vino, salir con la pareja, que estar conectado a “internet” frente a un computador. Pero las preguntas nacen inmediatamente al analizar que no todo el mundo tiene amigos, familia, pareja o acceso a salir un fin de semana. ¿Será más fácil o menos comprometido acercarnos al otro con un monitor y un teclado de por medio?.Es ahí en donde la frase “mi amigo internet” cobra una inusitada relevancia.
En la actualidad, las ciudades están llenas de gente solitaria, aumenta el hiperindividualismo y el tiempo -por definición- es escaso. Cada día estamos más conectados: teléfonos móviles, internet, mensajes de texto, redes sociales. Crece la conexión pero no los compromisos fuertes ni la sensación de “extrañar a alguien”. Tratamos con una cantidad abismante de personas para saber de ellas de forma “automática” y muy superficial, y solamente leyendo acerca de aquellos aspectos que nos complacen, nos divierten o nos interesan. Sus vidas en general, no nos preocupan mucho más que una foto, un comentario en Facebook o su estado de Messenger. Quizás el sólo hecho de verlos conectado, nos hace sentir que “estamos en contacto”.
Muchas compañías ofrecen en la red -sin ningún tipo de disfraz- la oportunidad de conocer “amigos”. Existen sitios que tienen hasta 25 millones de usuarios buscando precisamente eso: amigos.
Se busca virtualmente la compañía humana que nos falta. Y la red nos ayuda a encontrarla mucho más rápido que antes.
En la actualidad suena ridículo enviar cartas escritas a mano, enviar fotografías reveladas esperando que salgan todas bien tomadas, grabaciones de cassettes o postales. En la actualidad, internet ha demostrado que quizás cada vez estemos más solos, a pesar de estar más conectados que nunca.
Estudios realizados por el profesor Robert Kraut, de la Carnegie Mellon University de los EE.UU., concluyeron sobre el impacto social de internet. Según su evaluación, muchos usuarios frecuentes de la red, sufrían de soledad y depresión y decían que sus redes sociales “humanas” se habían reducido. Sin embargo, ahora, un nuevo estudio del mismo investigador, y una nueva y larga serie de evaluaciones del mismo tema, sostienen todo lo contrario.
Pero el primer estudio del doctor Kraut no fue el único que consignó los supuestos efectos nocivos del uso de la red. A comienzos del año 2000, Norman H. Nie, director del Stanford Institute for the Quantitative Study of Society, y Lutz Erbring, una científica social de la Free University of Berlín también aportaron y sostuvieron datos orientados en ese sentido. El estudio de Stanford, que también alcanzó gran repercusión en los medios, preguntó a los usuarios de internet si sus interacciones con amigos y familiares habían aumentado, disminuido o si se habían mantenido intactas tras la llegada de red a sus vidas. El 13% de ellos dijo que, desde su “conexión a internet”, pasaba menos tiempo con su familia y amigos, dato que llevó a Nie a declarar que “cuanto más tiempo online pasa la gente, más contacto pierde con su entorno social”.
