“Blanco en Blanco” es una historia que se desenvuelve -en una hora y 40 minutos de duración- en un contexto que se sitúa entre finales de 1800 y el preludio de 1900, y que se vincula con mostrar la matanza y/o el genocidio de la extinta etnia ona o selknam, que habitó Tierra del Fuego en aquel tiempo. Esto se dio principalmente por dos familias chilenas: los Menéndez y los Braun, quienes pagaban dinero por cada oreja de estos indígenas, fueran niños o niñas, hombres o mujeres.
En ese ambiente es que Pedro (Alfredo Castro), el personaje principal de esta película, llega a la Patagonia para hacer el retrato de la obra de un hacendado británico. Además, también para hacer fotos de su boda, lo que a primera impresión ya genera cierto rechazo para el espectador, debido a que su prometida es una niña que apenas tiene entre 12 y 14 años.
Mr. Porter, el terrateniente al que todos nombran una y otra vez de forma compulsiva y al que nadie ve, es el verdadero protagonista en la sombra, representando una especie de deidad en sus trabajadores. Este poder omnipresente tiene permitido todo en este lugar: el matrimonio con menores o denigrar constantemente a las mujeres indígenas, ultrajadas como si se tratara de un ganado de ovinos.
Esta tensión oscura se beneficia por lo inhóspito que se muestra Tierra del Fuego y por lo hostil de los mercenarios y violentos trabajadores que circulan por el sector. No obstante, esto se entremezcla con paisajes que son sencillamente hermosos. Es por aquello que estos elementos irradian cierta sensibilidad a medida que transcurre la historia en sí, con planos estáticos que en ocasiones son representados por las imágenes que son realizadas por el personaje de Alfredo Castro.
Este relato entre lo crepuscular y lo etnográfico fue estrenado en el Festival Internacional de Cine de Venecia 2019, donde el chileno-español Théo Court fue reconocido como Mejor Director en la sección Orizzonti. Este gran éxito trascendió y este fin de semana fue estrenada -dado el contexto actual- vía streaming: ayer con su primera función a las 22.00 horas y hoy por éxito de ventas con una segunda jornada a las 20.00 horas (ambos horarios de Magallanes).
Asimismo, las entradas están a la venta por Puntoplay (puntoticket).
Al
ya mencionado rol protagónico de Alfredo Castro, la película también
cuenta con las espléndidas actuaciones de Alejandro Goic, Lola Rubio,
Lars Rudolph, Ignacio Ceruti, David Pantaleón y Esther Vega, entre
otros.
Primero que todo, antes de realizar “Blanco en Blanco”, entiendo que a usted le llamaron
poderosamente la atención las fotografías que se les hicieron a los
recorridos del genocida Julius Popper en estas travesías de exterminio
de los onas o de los selknam. ¿Esto fue el puntapié inicial?
“Efectivamente,
me llamaron la atención estas fotografías típicas de la época que se le
hicieron a Julius Popper, donde se tergiversaba lo que ocurría en esa
filmación; entonces desde ese lugar, desde la manipulación de las
imágenes, empecé a preguntarme acerca de cómo nos acercamos a la muerte,
de cómo nos acercamos al dolor de los demás, y ahí es que la película
empezó a generar este personaje de Pedro que interpreta Alfredo Castro.
Luego, el imaginario de la película se fue constituyendo de fotografías
sobre ese período, y junto con la Universidad de Magallanes, quienes nos
dieron un archivo muy bonito y amplio de los colonos de aquella época,
empezamos a empaparnos de ese mundo y lo representamos. Pero para eso
estuvimos mucho tiempo buscando financiamiento junto con los
productores, por unos siete años, hasta que se estrenó en Venecia. Fue
un arduo trabajo de paciencia y perseverancia”.
Posteriormente, con respecto a su género, algunos la definen como un western chileno o western patagónico, y también otros como un neo-western. ¿Cómo se fue desarrollando esta película en este género y en el ambiente tan bien logrado?
“La
película empezó un poco a formarse con esta idea de que, primeramente,
me gané un fondo del Festival de Rotterdam para investigar y desarrollar
el proyecto, por lo que fui por primera vez a Tierra del Fuego y me di
cuenta de que ese paisaje tenía mucha fuerza visual por su soledad, sus
horizontes y por su luz particular tan hermosa que tiene, y ahí empezó a
generarse también a través de lecturas que leí sobre los libros de
aquella época. Se gestó este western de algún modo, que es una película
que se transforma en western a mi modo de ver, porque parte en una
especie de drama entre tres personajes y poco a poco eso se va
transformando. El western es uno de los géneros que apelan a más cosas:
sobre los conceptos civilizatorios, de la ética y de la moral, la ley y
la no ley, eso me interesaba explorar”.
Pedro
(Alfredo Castro) acompaña al espectador durante toda la película, donde
su personaje es un fotógrafo que se obsesiona con esta niña de 14 años,
llamada Sara, quien es la prometida de Mr. Porter. ¿Usted quiso mostrar
esa normalidad de aquella época con respecto a las jóvenes
sexualizadas?
“Claro,
hay muchos elementos de la película que hasta el día de hoy siguen
vigentes, que dan cuenta de la poca evolución que hemos tenido como
civilización y humanidad, porque son cosas que se siguen perpetuando
hasta el día de hoy en el siglo XXI. Tú ves la fotografía de muchas
niñas que hasta el día de hoy son hipersexualizadas”.
Una
de las características que más llaman la atención es cuando estos
violentos trabajadores de Mr. Porter posan frente a la cámara de Pedro,
donde da la sensación de que ellos cambian su forma de ser. ¿Cuál es el trasfondo que usted ha querido mostrar?
“Está
esa idea de que cuando empezamos a exponernos frente a las imágenes,
llámese cine o fotografía, damos una mirada que no es la real, que
podría serla en algunos casos, pero está esa idea un poco de la
manipulación de esas imágenes y cómo pervierte los hechos acontecidos.
Las imágenes de Julius Popper se fueron a Buenos Aires a demostrar la
heroicidad del acto de la colonización, lo que genera una tergiversación
alucinante de esos hechos. Es una constante que se mantiene dentro de
la película y que sigue en boga hoy por todo lo que omitimos y dejamos
de ver en la fotografía, es el lado oculto y la sombra de esta”.
Podemos
ver cómo hay un cambio en esta historia cuando Pedro le pide a Aurora
(Lola Rubio) que lleve a Sara para su hospedaje, donde él la fotografía
sin la autorización de Mr. Porter, lo que es tomado como una traición al
poder que domina el territorio, ya que es descubierto y castigado ¿Ese
fue el principal error que cometió?
“Claro,
una idea de traicionar el poder, que hay ciertas cosas que no se pueden
hacer y que no están establecidas tampoco, en esta ansia desde el
interior del personaje sobre captar la inocencia de esa niña antes de
ser pervertida por el matrimonio entre este señor y ella, donde el
personaje de Pedro cae en esta espiral final. El personaje cambia la
película y esta también se modifica, porque pasa a ser una película
mucho más de samplear, el personaje de Pedro pasa a ser uno más del
entorno”.
Este
personaje se ve cada vez más débil y solicita ayuda en un momento dado,
hasta que se ve envuelto en estas rutas junto a los mercenarios.
“Sí, los posibles amigos que tenía anteriormente no pueden ayudarlo, y tiene que empezar a funcionar de la sociedad o del sistema valórico que eso emplea, lo que se evidencia cuando toma esas fotografías finales, donde pierde su moral en la mirada y como observador”.