Parte importante de los militantes de los partidos de Chile Podemos Más, así como quienes se identifican con una sociedad basada en la libertad, el orden, el respeto a la propiedad privada, a la vida y a una economía próspera, ven con desagrado el proceso constitucional en curso. Sin embargo, piensan que todo al final se arreglará y el país volverá a su curso normal. Piensan que no es posible que la izquierda, que domina la Convención Constitucional, termine por imponer un texto constitucional basado en su ideología, en la que el Estado sea el agente predominante en la vida social, con toda la miseria y abusos que aquello supone, en desmedro de la actividad libre y creativa de los habitantes del país. A pesar que la izquierda está haciendo pasar al país por una crisis institucional y económica, creen que por algún designio casi mágico, de tales crisis saldremos con relativa facilidad y que al final, no prosperarán sus ínfulas revolucionarias. Detrás de estas creencias, ignoran que la revolución de octubre inició un cambio que se niegan a ver. Incluso el candidato presidencial Sichel actúa como si las normas hoy vigentes, muy probablemente no estarán si llega a la presidencia, por obra de los convencionales de izquierda. Estamos asistiendo a cambios acelerados y buena parte de quienes se dicen o identifican con la derecha o centro derecha, simplemente no los quieren ver. Esta forma de actuar me recuerda al libro: “Quién se llevó mi queso” de Spencer Johnson, que trata sobre cómo algunas personas no quieren o no pueden ver los cambios que se están produciendo a su alrededor y actúan de la misma manera y con los mismos parámetros de sus vidas tranquilas, temiendo enfrentar los cambios que se producen en el entorno y cuando reaccionan, quizás ya sea demasiado tarde y se quedan a la vera de una nueva realidad. En resumen, el libro es una fábula, en que dos personas piensan que tienen el queso, es decir, su alimento, asegurado, que nunca se acabará, y por lo mismo, no hacen nada para modificar sus vidas y buscar nuevas fuentes de alimentos. Incluso produciéndose cambios a su alrededor, siguen creyendo que su queso no se acabará, aun cuando lenta y paulatinamente se está terminando. De la misma manera demasiadas personas piensan que el país no cambiará, a pesar que la mayoría de los convencionales piensan que deben existir reformas esenciales, como el sistema económico, el sistema educativo, el sistema laboral, etc, que haga al Estado el mayor agente económico, quitándonos libertad. Piensa incluso el progresismo que para aprobar sus normas, sólo les basta mayoría simple, violando el marco constitucional por la cual fueron elegidos que ordena aprobarlas por los dos tercios de los miembros de la Convención. Y sin embargo, vemos y escuchamos a líderes de los partidos de gobierno actuar como si nada de esto estuviera sucediendo, como si el país viviera en una normalidad o a lo más, que todo volverá a tranquilizarse. La derecha observa su queso con satisfacción, pensando que no puede ser posible que se acabe y que esté en curso un cambio revolucionario de tipo socialista, que empobrece a los ciudadanos, excepto a sus líderes, que siempre flotarán en su riqueza y comodidad económica. Hay sin embargo líderes que entiendo la gravedad de los días presente, hablan con claridad y sin populismos. La mejor prueba que su mensaje es certero, es el que la izquierda y el gobierno les critica. José Antonio Kast es creíble porque dice lo que piensa y piensa lo que dice, aun cuando moleste a las elites gobernantes y al progresismo empobrecedor.