Como se señaló en la columna anterior el cociente emocional o IE, es la capacidad que tienen los seres humanos para identificar y administrar las propias emociones y las emociones de los demás.
De cómo una persona gestiona las emociones dependerá cómo se relacionan con los otros, de esto a su vez dependerá en gran medida el éxito e inclusive su felicidad. Habitualmente las personas con un alto grado de inteligencia emocional transmiten sensación de calma y seguridad. Parecen confiables, afables, compasivas, son atractivas socialmente, etc. Por otra parte, las personas que presentan déficit en su inteligencia emocional son todo lo contrario a lo recién señalado. Es decir, tienen dificultades principalmente en la autorregulación emocional, sufren porque no se entienden ni ellas mismas, están habitualmente estresadas, tienen dificultades para respetar a los demás, son egoístas y egocéntricas, no soportan la frustración, son cortoplacistas, etc.
Algunos psicólogos platean que la falta de competencias emocionales juegan un rol muy importante en el desarrollo y mantenimiento de muchos trastornos psicológicos. Inclusive se ha detectado que IE patológicamente baja se ha asociado a alteraciones psicológicas como las siguientes:
- En las enfermedades psicosomáticas, en las cuales los fuertes procesos emocionales originan síntomas físicos. Ya que estos pacientes suelen tener dificultades para identificar y expresar adecuadamente su malestar emocional. Por tanto, tienen tendencia a desarrollar alteraciones físicas.
- En las alteraciones relacionadas con el abuso de sustancias y en los trastornos de conducta alimentaria también se puede sospechar problemas a nivel de inteligencia emocional, ya que algunos estudios hablan que la ingesta compulsiva, es empleada como estrategia de afrontamiento para aminorar el impacto de situaciones percibidas como emocionalmente estresantes.
Antiguamente el énfasis en la formación estaba en la adquisición de conocimientos y el desarrollo de la inteligencia emocional en los niños, no era algo que se consideraba importante, por eso no todas las personas tienen desarrollado esta área que es fundamental para adaptarse y desenvolverse en el diario vivir.
Como los niños no tienen plenamente desarrollada las habilidades socioemocionales, el adulto cumple un rol fundamental en esta misión. La mayor parte del aprendizaje social que internalizan los niños es a través de la observación de los otros. Por lo tanto, lo que los adultos hacen frente a un conflicto o dificultad, es la forma en que les transmite a los hijos como resolver de manera eficiente esta situación. De este modo, si un niño ve que sus padres resuelven los conflictos a golpes, es altamente probables que este patrón de comportamiento será el que el reproducirá frente a situaciones similares.
Se sabe que el aprendizaje durante los primeros años, es esencial para el desarrollo de la inteligencia emocional. Si los padres saben gestionar de forma correcta las emociones, sus hijos, probablemente, lo harán igual. Por el contrario, si los padres son propensos a los problemas emocionales e incluso a alteraciones como la dependencia afectiva o la depresión, los hijos podrán tener una mayor predisposición a tener estos tipos de problemas.