Hoy los jóvenes de nuestro país comienzan a rendir una vez más la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES). Instaurada en 2022, este examen se presenta como un nuevo desafío tanto para los estudiantes como para el sistema educativo chileno. Su creación fue un intento de modernizar la Prueba de Selección Universitaria (PSU), buscando ofrecer una evaluación más inclusiva, equitativa y alineada con las necesidades actuales de los jóvenes. Sin embargo, a pesar de sus buenas intenciones, la PAES ha generado una serie de interrogantes y críticas que merecen una reflexión profunda.
En primer lugar, se caracteriza por una estructura de evaluación más diversa, con pruebas que se centran en habilidades específicas como lectura, matemáticas y ciencias. Esto, a priori, es un avance respecto a la PSU, que muchas veces se percibía como una evaluación que primaba la memorización de contenidos. La PAES busca poner el foco en las competencias que los estudiantes deben tener para desempeñarse en la educación superior, algo que resulta positivo para una sociedad que cada vez valora más las capacidades críticas y analíticas.
No obstante, un aspecto que genera controversia es el acceso desigual a una educación de calidad. A pesar de los esfuerzos por hacer la PAES más equitativa, los resultados de la prueba siguen reflejando las brechas sociales y educativas que existen en el país. Los estudiantes de sectores más vulnerables, que han tenido menos oportunidades de acceder a una educación de calidad, continúan enfrentando grandes dificultades para obtener puntajes competitivos. En este contexto, la PAES no logra equilibrar del todo la balanza entre aquellos que han recibido una educación de excelencia y los que, por razones socioeconómicas, no han tenido la misma suerte.
Además, la presión que genera la PAES sobre los jóvenes es otro tema que preocupa. La evaluación sigue siendo un factor determinante para el acceso a la educación superior, lo que provoca que muchos estudiantes se enfrenten a niveles de estrés elevados durante su preparación. Esto tiene efectos perjudiciales sobre su bienestar mental y emocional, especialmente en un contexto donde las expectativas de los padres y la sociedad sobre el éxito académico son cada vez mayores.
Por último, es necesario reflexionar sobre el papel de la educación superior en Chile. La PAES, al igual que la PSU, sigue siendo vista como la puerta de entrada a la universidad, dejando en el camino a muchos jóvenes que, por diversas razones, no se sienten representados por este sistema. El desafío es crear un sistema educativo que valore y potencie otras formas de aprendizaje y talento, más allá de lo que se mide en una prueba estandarizada.
La PAES representa un paso hacia una evaluación más moderna, pero no resuelve los problemas estructurales del sistema educativo chileno.